El aceite de coco tiene unos valores nutricionales similares al de otras grasas, aunque también algunas particularidades que hacen que podamos sustituirlo frente a otros ingredientes, como la mantequilla, por ejemplo. El aceite de coco se compone en un 50% de ácido láurico, un compuesto que también podemos encontrar en la leche materna y que favorece la actividad antimicrobiana. Además, tolera muy bien las altas temperaturas sin descomponerse, lo que hace que podamos reutilizarlo muchas veces y que, por tanto, su vida útil sea mucho mayor que la de la mantequilla, en este caso.
Si hay algo en lo que se asemejan el aceite de coco y la mantequilla es en su consistencia. Ambos tienen una textura sólida en frío y cambian de estado a líquido con el calor. El aceite de coco se solidifica, concretamente, por debajo de 24ºC. Este comportamiento hace que podamos utilizarlo sin ningún problema en recetas de repostería, por ejemplo en preparaciones con bases de galleta, coberturas de chocolate, pastas untables, brownies…, ya que conseguiremos el mismo efecto que la preparación con mantequilla.
Sustituir la mantequilla por aceite de coco es muy fácil. No necesitamos tener a mano ninguna tabla de equivalencias cuando estemos cocinando. Las proporciones de uno y otro ingrediente se mantienen siempre igual. Con lo cual, si tenemos que usar 50 gr. de mantequilla en una receta, la sustituiremos exactamente por 50 gr. de aceite de coco.
Si bien las recetas dulces son las que admiten una sustitución más clara por aceite de coco, ya que muchas elaboraciones incorporan siempre la mantequilla como grasa, también podemos emplear este ingrediente en preparaciones saladas. En este caso, las recetas asiáticas son las que tradicionalmente lo incorporan, sobre todo en platos como woks con carne o verduras, pero también podemos utilizarlo para maridar pescados como el salmón, por ejemplo, o el recetas con arroz, salteados de setas o verduras…